Qué buenos los jueves pestilentes a sábado, aunque sean más
cortos. Reflexión de doce horas porque las otras doce tan sólo las conoce el maestro
de los sueños, y ese nunca dice nada. Egoísmo o timidez. El Hermano Cierzo no
tiene esos problemas. Entra por la ventana y sale por la puerta cuando le da la
gana. Y yo que le dejo, porque en mi casa siempre es bien recibido. Ventanas abiertas. Salchichas,
puré y ensalada demasiado avinagrada. Dios mío Sálvame. Paseos abrazando al Ebro junto a tres amigos con carné de hermanos. Conversaciones al aire. Palabras más fuertes
que el viento. Un pasado, un presente y un futuro. Fuimos, somos y seremos. Mucho
por delante con paradas obligatorias, al menos para estornudar. Primer enfriamiento.
Me pitan los oídos. Malo y, a la vez, bueno. Tos que me impide oír el
maullido de algunos Gatos. Ensucian el agua como si fueran ratas. Malditos
roedores.
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