Para leer este soliloquio
recomiendo un poco de With a Little Help
from My Friends de Joe Cocker. Hay palabras que deben mezclarse con
sonidos; lo mismo que un buen trago de ocho euros se acompaña de una sonrisa
bonita y una conversación interesante. Con permiso de Antón Reixa invito arañar youtube en busca de Joe. Quiero pasear por los rincones de Aquellos
Maravillosos Años, cuando un pipiolo arrastraba sus pies planos por
las baldosas de Pamplona. Soñaba. Vivía. Lloraba. Participios rodeado de acentos gallegos, canarios, andaluces y oscenses.
Cuando era un Muchachito
aspirante a demasiadas cosas soñando un día soñé con participar en un debate en
la televisión de todos. Soñé con tener al presidente delante; a lo Face off Face entre Nicolas Cage y Denny
Succo. Me colocaría la camisa por dentro para la ocasión, e incluso me pondría
cinturón de cuero. Prepararía preguntas y repreguntas como nos enseñaba
@rsalaverria, incomoda educación en busca de otras respuestas. El presidente me torearía,
me pondría las banderillas y un rejón de muerte. En Aquellos Maravillosos Años
soñé con admirar a Victoria Prego e Ignacio Camacho. Pero ahora ya no.
A ellos no les pusieron ni banderillas ni rejones, ni un mal
capotazo porque las cinco sillas dieron sin dar como aquella tía que arañaba su fondo
de armario ante los ojos de mis dos hermanos y de mí. 1.000 pesetas para tres. Tía, te
agradezco aquello porque aprendí a dividir con decimales. En mis sueños universitarios,
después de un puñado de copas, me marcharía a la cama con la conciencia tranquila.
Espero que a los cinco jinetes de anoche les costara conciliar el sueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario