Aburrimiento es sustantivo de mediocres.
Sin duda.
Con los cuatro duros de la baja (y menos
que serán) y después de empeñar mis muletas unos momentos he comprado billete de ida para viajar sin destino
sentado en una silla tremendamente dura y un PC (aunque las siglas empobrecen
el lenguaje, a veces y sólo a veces, atajan caminos con demasiadas curvas). Palabras
Low Cost.
Recuerdo el día en el que decidí escribir
Cosas perdidas. El mar se tragaba mis minutos en una tremenda marejada. La
necesidad me llevó a un supermercado en
busca de un cayuco con el que sobrevivir. Compré un cuaderno de espiral de
cuadritos y en pleno oleaje vomité. Mucho. Taché palabras y arranque hojas;
tantas que en sólo unos días aquella tormenta me dejó con un puñado de gotas de
tinta y ni una sola página en blanco. Se habían gastado demasiado pronto. Descubrí
que papel y bolígrafo eran demasiado simples para aquel 2009 y busqué
soluciones. Miré al frente. Parpadeé. Respiré hondo. Mordí mis labios. Y me
vendí. Me vendí igual que una puta sube a un buen Mercedes tras haber prometido
amor eterno a un mileurista; y mordí la manzana. Appel o parecido. Me di cuenta,
como ya dije en la Semana Rigalt, que
un ordenador perdona y olvida; jamás se queda con rastros ni rencores. Y nunca
se cansa. Secreto entre un cura y su confesor sin la penitencia de releer los
restos amontonados en el cuaderno.
Me he divorciado del papel y no le he
guardado luto. Word me pone. Con ella escribo todo y, después, sólo muestro lo
que quiero; el resto lo escondo en carpetas con clave. Unos rincones cuyas
llaves en forma de letras las arrojé a una ola en aquella alborada del pasado.
No busco que el papel me perdone ni que me odie. Simplemente le ignoro. Quizá
la indiferencia es el peor de los desprecios.
Perdono
pero no olvido, dicen algunos. Mienten porque quien de verdad perdona
olvida; y quien no perdona no olvida. Esos algunos son cobardes y los otros gente
sincera. El cuadernillo no tan adolescente ni me ha perdonado ni me ha
olvidado.
Yo a mi cadera ni la perdono ni la
olvido por hija de puta. Por retenerme un fin de semana que debería haber
arreglado el mundo en La Placita, en el Europeo o en el Kapplan. Caña pequeña,
Ramón Bilbao, carajillo de Bayleys, orujito, gin-tonic, gin-tonics.
Me estoy quedando sin batería quizá PC
se haya subido al Mercedes de otro. Tengo miedo.
Aburrimiento sé que mañana me volverás a
retar con los mismos cuentos de hoy. Aquí te espero. He ahorrado para comprar
otro billete. Soy un tipo con recursos.
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