Los
cinco sentidos me obsesionan.
Apestamos
a conformismo. Aroma de cobardes. Pánico a que la vida vire hacia capitales
desconocidas y no guardemos un visado de vuelta pegado en la frente. Hedor a vértigo. Julieta pareció inclinar su tez para que Romeo pudiese oler su lóbulo derecho. El muchacho arriesgó. Eligió
blanco sin pensar en derivadas. Todo o nada. Salió todo porque la nada hubiera
sido mirar al suelo. Allí sólo había tierra seca.
Ayer
acerqué uno de mis oídos a la ranura de mi hucha. La agité con fuerza a
izquierda y derecha. Sonaban los ecos de una voz adormilada: palabrería y no hechos. Hoy escucho canciones estúpidas mientras el pariente
exprime ocho veces un limón para disfrazar la peste a sardina de cubo de mi menú de domingo. Romeo
susurró en el oído de Julieta un te quiero. Sonó dulce. Poco importaba que los
tambores de guerra engullesen la melodía de Mark Knopfler.
Parpadeo.
Aguantar la mirada sin pestañear hacia una baldosa pisoteada me desespera.
Lloremos por dentro. Mucho trilero aprovecha mi puerta y mi ventana abiertas
para llevárselo todo. Parpadeemos porque en cada parpadeo nacen crecen se reproducen y mueren unos segundos de
escenarios vacíos en los que podemos colocar el atrezzo que nos plazca. Julieta
y Romeo se miraron. Ellos no pestañean. Detrás había nada.
La
olla está congelada. Donde antes todo ardía ahora crece un hielo infame que ni
los nietos (quien pueda tenerlos) serán capaces de quebrar. En nuestros
dedos hay demasiada piel cuarteada y muy poca pluma sin faltas de ortografía. Yo me resisto. Romeo palpó su pómulo
y desde ahí continúo. Perdido en el laberinto más hermoso decidió abandonar la
brújula para jamás encontrar una solución. Espejos y no cristales. Julieta sin
salida.
Los huevos
de la gallina vieja saben a bilis. El bicho languidece mientras el resto
añoramos el regusto a salmón fresco y vinito afrutado. Arrojaría cal viva sobre lenguas acostumbradas al rico chocolate suizo. Talento desperdiciado. Romeo y Julieta se besaron.
Romeo y Julieta se amaron incluso cuando la senda se encogía. Amor dulce y eterno. Boda
roja.
Romeo
y Julieta agonizan. Está anocheciendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario