viernes, 17 de febrero de 2012

La semana de Carmen Rigalt bis

VIERNES

Viernes de dolores. Me ha costado la vida levantarme con el pie derecho. El exceso de coches y motos me ha dejado con el piloto de la gasolina encendido. Programa sesenta y siete de Motormanía en la bandeja listo para servirse. Un café, esta vez de máquina: los 0.35 céntimos mejor invertidos de toda la mañana. Paseo por Italia aunque con chorizo y tomate nacionales. Sin siesta pero soñando despierto con @cristipedroche y @annasimonmari. Caliente y frío tras escuchar un estupendo programa de historia en la radio sobre Calígula. Otro rato aprendiendo de Mourinho y su fantástica oratoria. Hablar hablando pero sin hablar. No hace frío y vuelvo andando. Mi tradicional cena de los viernes. Sólo chicos. Huevos rotos, cuatro bocatas, cuatro risas, cuatro cubatas, cuatro niñas guapas y cuatro horas para dormir. Juan Magan y Don Omar. Ella ya no sigue modas y Danza Kuduro. Mañana tengo sueño.


lunes, 13 de febrero de 2012

La semana de Carmen Rigalt

JUEVES

Jueves Lardero. Madrugón relativo porque cuando he llegado a la tele alguno había consumido media jornada laboral (o parecido). El Ayuntamiento, enorme edificio repleto de mesas vacías y el vicealcalde en su despacho. Muchas preguntas y muy pocas respuestas. Café. Fútbol, fútbol y fútbol hasta el agotamiento. Por fin una bicicleta sin averías. Siesta con regusto a lentejas. Son las cinco y media. Busco una canción que acompañe a un video y mi espíritu teenager me guía hasta los The View. Me parece perfecta. Veo un poco de voleibol. Entre palabras una persona se ha confesado seguidora de estas 10 líneas. Sube mi ego como un pavo real. Son las siete y media. No me convencen los The View y asumo, entre lágrimas, que no soy teenager. Longaniza en el puchero. Mi hermano y mi pseudocuñada compartiendo pan. Más seguidores y más ego. Miguel y Gran Hermano. Unos minutos de Milá, no merece más. Zzzz que diría alguna.

MIÉRCOLES

Miércoles ni te cases ni te embarques. Vuelta al trabajo y mucho por hacer, alguna cosilla de balonmano, alguna cosa más larga con pestazo a gasolina. Por cierto, Motormanía, todos los domingos a partir de las once y cuarto de la mañana. No piso el freno porque a las cuatro vuelvo con Pit: modals verbs, comparatives. Dos compañeras y una nos abandonará a final de mes. Más tele y mucho frío porque a diez grados bajo cero viajo hasta San Petersburgo para resumir el Zenit- Benfica. 3-2 en tres minutos a partir de las dos y cuarto de la madrugada en Zona Champions. Un juego de números con muy poco share. “Mañana tendrás que madrugar para ir al Ayuntamiento”, con lo que a mí fastidia el despertador. Una bicicleta pinchada me lleva hasta el Camino de las Torres. Isabel vuelve a Zaragoza, aunque sólo un rato. Un poco de tele, otro poco de Internet: Twitter, Facebook y más experimento en 10 líneas. Sin Punto Pelota.

MARTES

Martes que para mí es domingo. Menos dormir y más andar. Hasta la EXPO, qué recuerdos de aquel verano de 2008. Sniff. Me quedó a sólo 30 kilómetros de completar una marathon. Otro rato de Internet debatiendo sobre la Reforma Laboral: elmundo.es, elpais.es, marca.es y un gato maullando barbaridades por Intereconomía. Verdurita. Unas cuantas movidas acompañan mi siesta con una sonrisa. Y otro mordisco a la “Alta Fidelidad” de Nick Hornsby, creo que Rob va a volver con Laura, aunque me decepcionaría. 18 años sólo se tienen una vez. Barça, Barça, Barça y de nuevo Messi, 1-3 y a otra cosa mariposa. Cuatro conversaciones por Facebook y un paseo por la red buscando poco más que distracciones. Isabel no trabajes tanto. Por cierto, 14 de febrero, San Valentín, qué recuerdos cuando una bolsa de chucherías significaba una declaración de amor, me cachis hoy no ha tocado nada. Y Punto Pelota.

LUNES

Lunes diferente al del resto porque mis lunes no huelen a trabajo y sueño sino a cama y descanso. Tranquilidad. Repaso a los deberes de inglés, qué retrasado estoy. Unos minutos de Internet, esencial para saber hacia dónde gira el mundo, anoche lo dejé ardiendo en Grecia. Literal. Comida sin demasiadas complicaciones, hay que dar un descanso al estómago después de un domingo, cómo puedo decir, difícil. Minutos de siesta, minutos, porque a las cuatro en punto me siento ante Pit, my English teacher, un culturista londinense al que ya le he cogido el tranquillo. Sólo dos en clase, mejor. Un rato de biblioteca con los apuntes y un libro apasionante al que sólo le quedan un puñado de páginas. El frío helador me acompaña hasta casa. Ceno poco. Ayudas como buen hijo. Un paseo por las redes sociales y una conversación con Isa desde Pamplona hacia Bilbao. El camión de la basura en Cuatro. Podcast de La Rosa de los Vientos y a dormir.