viernes, 6 de septiembre de 2013

Segunderos canallas

Llevo segundos (y no exagero) obsesionado con escribir sobre el tiempo. Se trata del reto más complicado desde que estrené este blog, el cual, por cierto, estoy cerca de clausurar. Cerrar. Tabicar. Sellar. O lacrar. Fuego real y no de artificio que ilumine las dos de la madrugada. Armas nucleares. A discreción.
El tiempo, como lo entendemos a las 00:08 del 7 de septiembre, lo crearon en la antigua Babilonia. El babilonio de a pie estaba agotado de mirar al cielo y decidió mirar a la tierra. Se hartó de contar soles. Tipo listo el babilonio de a pie. Miró al de enfrente y soñó desde lo real. Sueño quizá sea mi palabra favorita. Pero volvamos al tiempo que me despisto.
Somos esclavos del segundero. El tiempo se mide en segundos; los minutos y las horas y los días y los años son un encuentro intencionado y desinteresado de segundos. Hoy o ahora te quiero y hoy o ahora, o mañana, no te quiero (aunque no tenga valor o cojones para decírtelo); todo, absolutamente todo, está separado por time (el inglés es el idioma del futuro). Mintiendo. 
Perengano/a (la primera vez en mi vida que utilizo esta palabra) es un encanto, después un/a hija de puta y después un encanto. Amiguito/a, amiguete/a, amigo/a y vete a tomar por el culo. Olvídame. Canalla. Tres o cuatro episodios vitales separados por segundos amontonados. Sumados. Adicionados. 
El reloj (clock) y sólo el reloj tiene el poder omnímodo de diferenciar esa miscelánea de sentimientos (me encanta la palabra miscelánea). Por cierto, son las 00:23. Hora casi golfa. A un verde, a un rojo, a un negro y, luego, a un gris sólo los separa tiempo sexagesimal. #HoyNoFollas es TT en este momento. Las 00:35.

No soy el mismo que hace  minutos, lo reconozco. Quiero, odio, huelo, palpo, saboreo, miro y escucho diferente que a las 00:23. He cambiado. He mutado. Me he transformado. Respiro. Las 00:39. Lo miro en un reloj de pared rojo sobre fondo gris colocado a la una en punto (Baile de salón dixit). To be continued.