lunes, 28 de enero de 2013

Julietta y Romeo



He escuchado Julietta & Romeo pero subtitulado. Poco más de cinco minutos con los que he conjugado verbos en tiempo pasado, sólo pretéritos perfectos y simples. Juliette and Romeo han tintado mi mente y la han empujado al frío oscuro casi negro. Viajemos o mejor retrocedamos. Bienvenido o Wellcome a la Estación de los silencios donde el idioma es mudo y universal.
Bajo del tren, del avión, de la diligencia y ando pero no camino. Quizá ando sin sentido, en círculos. Estoy seguro, ando en círculos y apesto a melancolía (malditos gerundios). Volver duele. Mucho. Allí, ahora, es aquí y, aquí las brújulas no existen; el norte es el norte pero aquí el norte es el sur. 180 grados de diferencias irreconciliables. Polos similares que se escupen con sólo mirarse. Con Julietta & Romeo de los Killers no me he ido sino que me he marchado. Siempre es mejor ir que marchar pero yo he decido marchar. Siete letras de rodeos a dos: hasta en los verbos lo he vuelto a complicar todo. 
Aquí las sombras conviven con las sombras, todos nos creemos los putos amos que decía Pep y sólo somos indigentes cubiertos por cartones de nostalgias. Simples trileros. Yo me acurruco (precioso verbo) frente a un reloj parado, pongo un sofá cheslón cual malote de barrio y bebo grises oscuros casi negros. A mi lado un puñado de malos me imitan o yo les imito a ellos, no tengo muy claro quién copia a quién. Me flagelo entre colillas, babas, cáscaras de plátano, corazones de manzana y serpientes venenosas. No me interesa encontrar salidas. No lloro. Miro. Bebo. Como frutas prohibidas. Tú estás muerta y aunque estás muerta esperaré (Más Birras, Mauricio dixit).