jueves, 16 de enero de 2014

Sin sentidos

Los cinco sentidos me obsesionan.
Apestamos a conformismo. Aroma de cobardes. Pánico a que la vida vire hacia capitales desconocidas y no guardemos un visado de vuelta pegado en la frente. Hedor a vértigo. Julieta pareció inclinar su tez para que Romeo pudiese oler su lóbulo derecho. El muchacho arriesgó. Eligió blanco sin pensar en derivadas. Todo o nada. Salió todo porque la nada hubiera sido mirar al suelo. Allí sólo había tierra seca.
Ayer acerqué uno de mis oídos a la ranura de mi hucha. La agité con fuerza a izquierda y derecha. Sonaban los ecos de una voz adormilada: palabrería y no hechos. Hoy escucho canciones estúpidas mientras el pariente exprime ocho veces un limón para disfrazar la peste a sardina de cubo de mi menú de domingo. Romeo susurró en el oído de Julieta un te quiero. Sonó dulce. Poco importaba que los tambores de guerra engullesen la melodía de Mark Knopfler.
Parpadeo. Aguantar la mirada sin pestañear hacia una baldosa pisoteada me desespera. Lloremos por dentro. Mucho trilero aprovecha mi puerta y mi ventana abiertas para llevárselo todo. Parpadeemos porque en cada parpadeo nacen crecen se reproducen y mueren unos segundos de escenarios vacíos en los que podemos colocar el atrezzo que nos plazca. Julieta y Romeo se miraron. Ellos no pestañean. Detrás había nada.
La olla está congelada. Donde antes todo ardía ahora crece un hielo infame que ni los nietos (quien pueda tenerlos) serán capaces de quebrar. En nuestros dedos hay demasiada piel cuarteada y muy poca pluma sin faltas de ortografía. Yo me resisto. Romeo palpó su pómulo y desde ahí continúo. Perdido en el laberinto más hermoso decidió abandonar la brújula para jamás encontrar una solución. Espejos y no cristales. Julieta sin salida.
Los huevos de la gallina vieja saben a bilis. El bicho languidece mientras el resto añoramos el regusto a salmón fresco y vinito afrutado. Arrojaría cal viva sobre lenguas acostumbradas al rico chocolate suizo. Talento desperdiciado. Romeo y Julieta se besaron. Romeo y Julieta se amaron incluso cuando la senda se encogía. Amor dulce y eterno. Boda roja.
Romeo y Julieta agonizan. Está anocheciendo.