miércoles, 14 de abril de 2021

La dieta mediterranea

Seamos serios: nunca escribiré como Amón. Ni como García-Aller. Ni como Jabóis. Ni como el eterno Gistáu. Ni como ningún otro columnista cultureta, tan de moda (y tan caro). No publicaré un libro ni un best-seller. Ni una carta al director en el XL-Semanal. No seré Alsina ni tampoco Del Amor. No. Y es una pena porque juro que lo intenté. Me esforcé hasta casi el resuello. Les robé palabras sin conocer siquiera sus significados (filantrópica, verbigracia, mesianismo) porque así me sentía henchido y cercano, como si ocupase una sillita más en su mesita de cafés.

Pero me rindo. Hasta aquí. Fin. Chispún. Ruego un funeral con obispo, coro y monaguillos; con credo y sermón largo. Réquiem por una fantasía. Celebremos que esa misión vital por fin ha concluido.

       El pueblo no sólo necesita conocer sus limitaciones sino, también, asumirlas con total naturalidad. Pinchar, saborear, masticar, tragar, deglutir y digerir que ni todos son bellos, ni mucho menos huelen bien. 

    Entiendo que cuando la gomina adolescente solidificaba los sueños locos, todos creímos poseer un don único: un pollo creyó cantar como Balmes y Rozalen, otro escribir como Mendoza y otro salpimentar como Adriá. Y brindamos y bebimos. Y nos besamos. Pero a la mañana siguiente, ha cantado el gallo. Plumoso. Tieso. Picudo. Puntual. Sincero. Y hemos despertado a las seis y media para desayunar, asearnos y acudir a la labor.

Ahora, con las segundas capa de canas plateando nuestra sien, es el momento de que la realidad evapore definitivamente ese talento de cartón piedra, el fuego queme el atrezo y hagamos de las cenizas y el mármol real que quede, un mundo feliz.

        Sí que nos podemos reciclar y formar. Sí podemos mejorar y relativizar lo que un día creíamos que hubo y lo que nos queda pero, querido mío, asume que los lunes saben mejor unas judías con unas gotitas de aceite de oliva que hacer el ridículo con la paleta de pescado sobre una lubina con esfericaciones.

La dieta mediterránea quizá no la inventó ningún genio pero sí un tipo sano.

 

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