jueves, 30 de agosto de 2012

Jueves

Qué buenos los jueves pestilentes a sábado, aunque sean más cortos. Reflexión de doce horas porque las otras doce tan sólo las conoce el maestro de los sueños, y ese nunca dice nada. Egoísmo o timidez. El Hermano Cierzo no tiene esos problemas. Entra por la ventana y sale por la puerta cuando le da la gana. Y yo que le dejo, porque en mi casa siempre es bien recibido. Ventanas abiertas. Salchichas, puré y ensalada demasiado avinagrada. Dios mío Sálvame. Paseos abrazando al Ebro junto a tres amigos con carné de hermanos. Conversaciones al aire. Palabras más fuertes que el viento. Un pasado, un presente y un futuro. Fuimos, somos y seremos. Mucho por delante con paradas obligatorias, al menos para estornudar. Primer enfriamiento. Me pitan los oídos. Malo y, a la vez, bueno. Tos que me impide oír el maullido de algunos Gatos. Ensucian el agua como si fueran ratas. Malditos roedores.

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