martes, 4 de septiembre de 2012

Martes y descansó



Martes de despedida. Adiós. Hasta siempre. Esta noche entierro mi sardina bloggera. Mañana no escupiré palabras en el experimento Rigalt y no sé si lo echaré de menos. Son las 22:51 y nadie sabe qué ocurrirá a las 22:52, así que predecir el mañana me resulta obsceno. Los cuatro restos  que quedan de la sopa de letras cocinada hace siete días no dan para un octavo. Demasiados días de cuchara lo han dejado vacío. Cuando uno no tiene nada que decir lo mejor es callar. Sólo ojos abiertos y oídos limpios. Ya son las 22:53 y he parido 47 palabras. Están amontonadas, no compuestas. La reina madre de la sabiduría es Google. Tú le preguntas y ella te da soluciones. Hoy me ha guiado por toda Zaragoza. Desde el Camino de las Torres hasta el fin del mundo en busca de un sofá cheslón y todo lo que le rodea donde poner mi culo y un teclado. En una casa es imprescindible un ordenador con office. A la mierda los románticos de la pluma y la tinta. Con Word escribimos y borramos las veces que queremos y no quedan tachones. Siglo XXI. Escribamos más y hablemos menos. No es necesario consultar a la RAE para hacer relatos interesantes. Desde SER, ESTAR, HACER E IR nacen ideas maravillosas. Verbos comunes; como mis días. Te reto a que te confieses durante siete noches. Medicina mental. Yo al séptimo he descansado. Eso sí, mi experimento se alquila pero no se vende.

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