jueves, 26 de marzo de 2020

Nubenegra


No es necesario que me digas cada minuto que todo es una mierda. No, por favor. Porque ya lo sé. Porque que repitas una y otra vez que todo apesta, me resulta cansado y cansino. Porque yo lo he hecho, he sido un nubenegra de manual y me he agotado. Porque tú eres más listo y más inteligente que el resto de la humanidad pero tu músculo apenas llega para limpiarte la nariz y el culo por las mañanas. Porque estoy harto, hasta de mi mismo.
        Mi mente se encuentra al borde del colapso. Acumulamos tal carga de cuñados, cenizos, abogaditos de secano, defensores de errores groseros y vergonzosos, y tipos que piensan que comprar en China es lo mismo que bajar al chino que, en cualquier momento, caeremos enfermos pero de intoxicación auditiva. Sólo sabemos decirnos que somos feos, que el vecino huele mal y aplaude peor. Que somos inútiles, vaya. De esta saldremos repletos de mordiscos, los primeros los está dando la gente sana.
        En La Línea de la Concepción, un puñado de malnacidos apedreaba un autobús repleto de abuelos enfermos. Eran niñatos y niñatas de mierda, con gorra, pantalón de chándal Adidas, el rostro oculto bajo un pañuelo y la propina de mamá en el bolsillo. Gentuza nauseabunda. Ellos han introducido una carga vírica en la autoestima de los yayos más importante que la del bicho en los pulmones: el rechazo. Ellos, que deberían estar pensando qué hacer para arreglar esto, insultan a quienes les pagan el postre los domingos y las judías los lunes. Miserables.
        También escuché que la empresa MRW cobraba un trayecto Barcelona – Zaragoza con unas cajitas con material sanitario entre hospitales por 1.700 euros. Y esa usura también me enerva.
        Todo ha colmado mi mente y mi cuerpo. Lo ha hecho explotar. Asumo que el futuro es negro. Pero ahora y también después, necesitaremos buenas acciones que amortigüen cada golpe de realidad en la yugular de los hospitales y luego del INAEM.
        Yo lo primero que haré cuando esto acabe será viajar a un Balneario. Escucharé el silencio voluntario. Luego beberé buen vino y comeré unas carrilleras. Y luego quizá pida una copita de ginebra buena.   
Si no dejamos de vomitar esta boza maloliente y la sustituimos por unas cucharadas de sueños anteriores al bicho, dudo que lleguemos cuerdos a pasado mañana. Quien no quiera, ruego a las ocho en punto, se tire por la ventana. Yo le estaré aplaudiendo.

3 comentarios:

  1. Algo de optimismo y buena fe también sirve de ayuda. Me tomaré esa ginebra contigo si me lo permites..

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  2. Romperé tu silencio voluntario en el Balneario compartiendo ese vino y carrilleras.....

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